La cuenta regresiva hacia la revisión del T-MEC en 2026 continua, y con ella se multiplican las interrogantes sobre el rumbo que tomará Norteamérica en medio de la actual incertidumbre arancelaria, el crecimiento de China y la consolidación de bloques regionales como el de la Organización de Cooperación de Shanghái.
Más que un trámite pactado en el Capítulo 34 del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la revisión será decisiva para tratar de posicionar a la región como líder en manufactura avanzada y la electromovilidad ante el crecimiento exponencial de la región Oriente en sectores como el tecnológico y el automotriz.
Al menos esa es la lectura de Bertha Martínez, coordinadora de la Licenciatura en Logística Internacional en CETYS Universidad, quien no descarta que Estados Unidos quiera imponer una nueva regla de origen durante la revisión del T-MEC en 2026 con miras a incentivar la compra de componentes y partes automotrices estadounidenses en el armado de vehículos dentro de la región americana.
Pero más que cambiar las reglas de origen en el sector automotriz, la pregunta es si la región, y particularmente Estados Unidos, pueden aprovechar la oportunidad que representa la revisión para tratar de emparejar la carrera de la transición hacia la movilidad eléctrica.
De ser el caso -e independientemente de la barreras arancelarias- la especialista en administración de cadenas de suministro globales asegura que el gobierno estadounidense necesitará ver a México y Canadá como aliados estratégicos y no como rivales.
La revisión del T-MEC bajo un entorno político tenso
Las reglas del T-MEC estipulan que el 1 de julio de 2026, en el sexto aniversario de entrada en vigor del tratado, las partes se reunirán para revisar su funcionamiento y decidir si extienden su vigencia por otros 16 años.
Sin embargo, en Washington ya se adelantan consultas públicas, impulsadas por la administración Trump, con la intención de endurecer las reglas de origen y limitar la presencia de insumos provenientes de China.
En el sector automotriz la presión es clara. Entre 2013 y 2023, las importaciones mexicanas de autopartes desde China crecieron 160%, según un análisis de grupo financiero Monex sobre la Revisión del T-MEC, publicado inicios de julio.
El riesgo es que, si no se reconfiguran las cadenas de suministro, cualquier endurecimiento de las reglas de origen podría convertirse en un obstáculo para el acceso preferencial de México al mercado estadounidense.
Reglas de origen más estrictas y sus efectos en la industria
Entre los cambios más relevantes del T-MEC frente al TLCAN fue el aumento del Valor de Contenido Regional (VCR) en la industria automotriz: los vehículos ligeros deben cumplir con al menos 75% de piezas originarias de la región, frente al 62.5% anterior.
Además, se estableció que 70% del acero y aluminio provenga de América del Norte y que 40% del valor de los autos sea producido por trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora.
Bertha Martínez estima que el cumplimiento de estas reglas ha representado un desafío constante para las armadoras. El costo administrativo de certificar el origen de cada pieza es alto, sobre todo en componentes core como motores y transmisiones, donde Asia es un proveedor predominante.

La posibilidad de que Estados Unidos pretenda elevar los umbrales actuales —por ejemplo, del 75% al 85%— en la revisión de 2026, es una carta que Washington podría jugar en su intención de repatriar manufactura.
Sin embargo, lograrlo sin afectar la competitividad regional dependerá de construir nuevas capacidades industriales y tecnológicas dentro de Norteamérica.
Manufactura avanzada y electromovilidad como eje estratégico
El corazón de la revisión debe enfocarse en algo más que porcentajes. Para la experta de CETYS Universidad lo que está en juego es la capacidad de la región para dejar de competir en manufactura tradicional y transitar hacia un modelo de manufactura avanzada y electromovilidad.
“Estados Unidos debería enfocarse más, dentro de las cadenas de suministros, en identificar los componentes de manufactura avanzada o de transición tecnológica para capturar esa parte, y México en ser proveedor para ese nuevo mercado” señala.
La electromovilidad no es un escenario futuro, sino presente. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, en 2024 se vendieron 17 millones de autos eléctricos en el mundo, 3.5 millones más que en 2023, según el informe Global EV Outlook 2025 de la Agencia Internacional de Energía.
La Agencia energética estima que para 2030 los vehículos propulsados por energías alternas representarán 35% de las ventas globales.
Hoy China, con empresas como BYD, SAIC o CATL, domina buena parte de la cadena de valor de baterías y semiconductores, lo que ubica a la revisión del T-MEC en 2026 como la oportunidad ideal para que Norteamérica reduzca su dependencia de Asia.
El camino sería el de la especialización estratégica:
- Estados Unidos debe asumir el liderazgo en semiconductores, baterías de litio y software para electromovilidad.
- México tiene la capacidad instalada y la flexibilidad para integrarse en ensamble, proveeduría y componentes clave.
- Canadá puede aprovechar su riqueza en minerales críticos como níquel y cobalto para asegurar el suministro de insumos indispensables.
Martínez advierte que no se trata de desplazar a México o a Canadá, sino de que Estados Unidos asuma lo que la región no produce y sume a sus socios en una lógica de complementariedad.

“Eso no solo le daría ventaja competitiva ante México y Canadá, sino que los volvería (como región) más fuertes ante todo el mundo” planteó Martínez durante el panel virtual: T-MEC revisión en marcha, retos y perspectivas para las reglas de origen automotrices.
Impacto en las cadenas de suministro y la logística
La transición hacia la manufactura avanzada y la movilidad tendría un efecto directo en el ecosistema logístico de Norteamérica. Si Estados Unidos impulsa la producción regional de semiconductores y baterías, habrá un mayor movimiento de mercancías dentro del bloque, reduciendo la dependencia de embarques marítimos desde Asia.
Bertha Martínez apunta que este escenario beneficiaría al ferrocarril transfronterizo y al autotransporte regional, al multiplicar los flujos entre plantas de ensamble y proveedores locales.
A su vez, las exigencias de trazabilidad para cumplir con reglas de origen más estrictas demandarán plataformas digitales más robustas y sistemas de certificación alineados con las reglamentaciones uniformes del tratado.
Para la comunidad logística, la revisión del T-MEC abre tanto riesgos como oportunidades: adaptarse a un marco más complejo en términos normativos, pero también acceder a una mayor integración regional con cadenas de suministro más cortas y resilientes.