A partir del 29 de agosto de 2025, Estados Unidos eliminará la exención arancelaria conocida como “de minimis” para todos los países, una medida que hasta ahora permitía la entrada de paquetes con un valor declarado menor a 800 dólares sin el pago de impuestos ni el cumplimiento de procesos aduanales completos.
La decisión, anunciada por la Casa Blanca a través de una orden ejecutiva del presidente Donald Trump, se adelanta casi dos años a lo que preveía la legislación vigente, que establecía su eliminación total hasta julio de 2027.
Según el comunicado oficial, la suspensión busca reforzar la seguridad nacional y proteger la economía estadounidense.
El gobierno argumenta que el régimen había sido explotado por empresas extranjeras para eludir impuestos y controles, y que también facilitaba el ingreso de mercancías ilegales.
Solo en 2024, se procesaron alrededor de 1.36 mil millones de envíos bajo esta modalidad, muchos de ellos de comercio electrónico transfronterizo.

Nuevas reglas y cambios prácticos
La orden establece que, a partir de la fecha de entrada en vigor, todos los envíos por mensajería privada —como FedEx, UPS o DHL—, independientemente de su valor, estarán sujetos al pago de aranceles completos y a un despacho formal a través del sistema ACE, que deberá ser realizado por un importador o agente aduanal autorizado.
En el caso de los envíos postales internacionales, durante los primeros seis meses se permitirá pagar una tarifa fija en lugar del arancel proporcional.
Esta tarifa será de 80 dólares por paquete cuando la tasa arancelaria del país de origen sea menor al 16 %, 160 dólares si se ubica entre el 16 % y el 25 %, y 200 dólares cuando supere el 25 %.
Pasado este periodo, todos los envíos pagarán el arancel ad valorem correspondiente al valor y origen de la mercancía, sin excepciones.
Además, los transportistas internacionales deberán contar con una fianza para garantizar que los aranceles sean recaudados y entregados a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).

Esto significa que tanto operadores postales como de mensajería deberán ajustar sus procesos y sistemas para cumplir con los nuevos requisitos.
El impacto para México
La suspensión del “de minimis” puede afectar de forma directa a exportadores mexicanos, especialmente a aquellos que dependen de envíos pequeños y frecuentes al mercado estadounidense.
Negocios de artesanías, moda, refacciones o productos especializados —que hasta ahora podían vender de forma directa a consumidores en EE. UU. sin costos adicionales— enfrentarán nuevos gastos y trámites.
Esto no solo encarecerá el precio final de los productos, sino que también podría ralentizar los tiempos de entrega.
Las pequeñas y medianas empresas, que no cuentan con infraestructura logística robusta, podrían perder competitividad frente a grandes plataformas que ya operan centros de distribución en territorio estadounidense, como Temu o Shein, que se adelantaron a esta medida cuando en mayo se aplicó por primera vez a China y Hong Kong.
Para algunos exportadores, una salida será establecer almacenes o depósitos aduanales en EE. UU., desde donde puedan realizar entregas internas sin aranceles de importación por cada paquete.
Sin embargo, esta estrategia implica inversiones significativas, cumplimiento normativo y capacidad de gestión que no todos los negocios podrán asumir.
Un reto para la logística mexicana
Más allá del impacto en las exportaciones directas, la medida obligará a reconfigurar rutas y modelos logísticos.
Los operadores de paquetería y mensajería en México tendrán que adaptarse para ofrecer soluciones que integren despacho aduanal, pago de aranceles y tiempos de tránsito competitivos, todo sin perder atractivo para el consumidor final.
También podría abrir oportunidades para empresas logísticas que ofrezcan servicios integrales con presencia en ambos lados de la frontera, capaces de manejar inventarios, cumplir con las nuevas normativas y mantener cadenas de suministro ágiles.
En un entorno donde el comercio transfronterizo enfrenta mayores barreras, la capacidad de adaptación será clave.
Para México, este cambio no implica un cierre del mercado estadounidense, pero sí un llamado urgente a innovar en logística, diversificar mercados y explorar las disposiciones del T-MEC que puedan mitigar el golpe para las exportaciones nacionales.