La demanda de espacios industriales y centros logísticos en México sigue en ascenso. Impulsada por la reconfiguración global de las cadenas de suministro, la expansión del e-commerce y la tendencia del nearshoring, la infraestructura logística se ha convertido en uno de los activos más valiosos del país.
Sin embargo, ya no basta con construir grandes naves: las empresas están siendo más exigentes al definir qué tipo de espacio necesitan para crecer.
Hoy, los desarrolladores industriales y los operadores logísticos se enfrentan a un cliente más sofisticado, que prioriza la eficiencia, la conectividad y la sostenibilidad.
Las compañías que llegan a México o que expanden sus operaciones buscan instalaciones que no solo les permitan almacenar productos, sino optimizar su operación, reducir costos energéticos y fortalecer su resiliencia ante disrupciones.
De acuerdo con Felipe Ordóñez, director de Promologistics, “lo más importante sigue siendo la ubicación del almacén, porque es lo que nos da visibilidad y seguridad en la operación”, pero el valor diferencial hoy está en las características técnicas, tecnológicas y ambientales de esos espacios.
Ubicación: el corazón de la estrategia logística
En logística, la ubicación siempre ha sido clave, pero su importancia se ha elevado en un contexto donde la eficiencia en la última milla y la conectividad nacional son determinantes. Las empresas buscan situarse lo más cerca posible de los polos de consumo, los corredores industriales y las vías de transporte multimodal.
Los corredores del norte y el Bajío concentran gran parte de la demanda debido a su cercanía con Estados Unidos, su infraestructura carretera y su vinculación con sectores como automotriz, electrónico y manufacturero avanzado.
En paralelo, el Valle de México y los alrededores de Guadalajara y Monterrey mantienen alta presión por la distribución interna y el auge del comercio electrónico.
Pero elegir ubicación ya no solo depende del acceso: ahora también se consideran la seguridad, la estabilidad energética y la resiliencia vial.

Los bloqueos carreteros, la saturación urbana y los costos de transporte obligan a las empresas a pensar estratégicamente en los nodos logísticos donde se establecen. La tendencia es buscar puntos intermedios que permitan llegar rápido tanto a zonas de manufactura como a los centros de consumo.
Diseño y sustentabilidad: la nueva norma del desarrollo industrial
El segundo gran criterio de selección tiene que ver con la eficiencia ambiental y energética. Las compañías están apostando por instalaciones que reduzcan su huella de carbono y optimicen recursos, tanto por compromiso ESG como por ahorro operativo.
“Es importante que las naves estén preparadas para generar su propia energía o aprovechar configuraciones solares. La electricidad es hoy un tema crucial”, apunta Ordóñez. Esta tendencia se traduce en naves con paneles solares, techos reflectantes, sistemas de iluminación LED y soluciones para el aprovechamiento de agua.
Además, la certificación de edificios sustentables (como LEED o EDGE) se ha vuelto un estándar esperado en los proyectos industriales de nueva generación. Estas certificaciones no solo garantizan una menor demanda energética, sino también un entorno de trabajo más eficiente y seguro.
La eficiencia estructural también entra en juego: los desarrollos modernos integran alturas mayores, pisos de alta resistencia, andenes amplios y configuraciones modulares que permiten adaptar el espacio según la operación. Todo esto se traduce en una infraestructura más preparada para la automatización y la tecnología.
Tecnología y especialización: hacia la operación inteligente
La tercera gran tendencia en la elección de instalaciones logísticas es la integración tecnológica. Las empresas buscan espacios que ya estén diseñados para operar con sistemas de gestión avanzada, sensores, robótica o inteligencia artificial aplicada al manejo de inventarios.
En sectores como el e-commerce, la demanda de automatización es cada vez mayor: se necesitan centros con capacidad para instalar racks de gran altura, sistemas de picking automatizado y conexión directa con plataformas digitales de gestión de pedidos.

Para industrias manufactureras o de consumo masivo, la prioridad está en la conectividad y trazabilidad, que permitan visibilidad total sobre cada movimiento dentro de la cadena.
La digitalización también permite a las empresas anticipar fallas, gestionar mantenimiento predictivo y optimizar la energía. Esto convierte a la infraestructura en un activo vivo, que evoluciona con la operación.
Como explica Ordóñez, “la tecnología en la infraestructura nos permite lograr las eficiencias que buscan nuestros clientes”, y es justamente esa integración la que diferencia hoy a los centros de distribución de alto desempeño.
Hacia espacios más adaptables y colaborativos
Más allá de la ubicación y el equipamiento, las empresas valoran cada vez más la adaptabilidad de los espacios. La posibilidad de crecer sin relocalizarse, reconfigurar layouts, o subarrendar áreas ociosas se ha vuelto esencial para manejar la volatilidad de la demanda.
Los desarrolladores industriales responden con proyectos modulares, techos más altos y mejores patios de maniobra, que facilitan el flujo continuo y la expansión gradual de las operaciones.
También comienza a cobrar fuerza el concepto de infraestructura colaborativa: parques industriales que comparten servicios de seguridad, mantenimiento, energía o transporte interno entre distintos usuarios.
Este modelo permite reducir costos y aumentar la eficiencia operativa, especialmente para pequeñas y medianas empresas que se incorporan al ecosistema del nearshoring.

La nueva generación de instalaciones industriales en México refleja un cambio de paradigma: de ser simples espacios de resguardo a convertirse en nodos inteligentes de conexión, energía y datos.
La ubicación sigue siendo el punto de partida, pero el futuro de la logística se construye sobre la eficiencia energética, la digitalización y la flexibilidad operativa.
Las empresas que integren estos elementos no solo responderán mejor a las exigencias del mercado actual, sino que estarán preparadas para los próximos ciclos de disrupción global.