La ruptura entre Perú y México pone a prueba la estabilidad política y la logística de la Alianza del Pacífico, el bloque creado en 2011 entre ambas naciones, junto con Chile y Colombia para fortalecer el comercio transpacífico y la cooperación aduanera.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú emitió ayer un comunicado en el que anunció oficialmente la ruptura de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos Mexicanos, calificando como “acto inamistoso” la concesión de asilo diplomático por parte de México a la ex primera ministra Betssy Chávez.
El texto precisa que, pese al rompimiento, se mantendrán las relaciones consulares para la atención a ciudadanos y asuntos migratorios.
Por su parte, la Cancillería mexicana respondió el mismo día calificando la decisión de “excesiva” y recordando que el asilo político es un “derecho internacional consagrado”.
Riesgo para inversión y flujos comerciales
Aunque los tratados comerciales y aduaneros permanecen vigentes, la ruptura diplomática puede ralentizar los canales técnicos de cooperación.
Según datos del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (MINCETUR), en 2024 México fue el séptimo socio comercial de Perú, con un intercambio superior a 2,300 millones de dólares, principalmente en insumos mineros, alimentos procesados y manufacturas ligeras.
Por otro lado, la Secretaría de Economía de México, en su Informe de Inversión Extranjera Directa en América Latina 2025, menciona otras cifras: la inversión mexicana en Perú supera los 16,000 millones de dólares, principalmente en minería, energía y retail; mientras que, empresas peruanas han incrementado su presencia en el mercado nacional a través del sector agroexportador y de alimentos.
En este sentido, la ausencia de relaciones diplomáticas podría incrementar los riesgos regulatorios y frenar nuevas asociaciones público-privadas vinculadas con el corredor portuario del Pacífico (Manzanillo-Callao) y los proyectos de interoperabilidad aduanera.
Impactos inmediatos en la conectividad logística
Expertos advierten que la falta de coordinación entre embajadas podría afectar la validación de certificados de origen, la homologación sanitaria y la tramitación de documentos para exportadores agroindustriales o farmacéuticos.
Asimismo, el quiebre político complica la agenda de la Ventanilla Única de Comercio Exterior de la Alianza del Pacífico (VUCE-AP), un sistema diseñado para reducir tiempos y costos logísticos entre los cuatro países miembros.
Fuentes diplomáticas consultadas por el diario El País y por AP News señalan que Chile y Colombia, los otros dos miembros del bloque, buscan mantener la continuidad técnica de la Alianza y evitar que la tensión política paralice los proyectos aduaneros digitales.
Hasta el momento, la Secretaría Pro Témpore de la Alianza del Pacífico no ha anunciado suspensión de reuniones, pero analistas prevén que las decisiones de alto nivel queden congeladas mientras se restablece el diálogo bilateral.

Integración en riesgo de fragmentación
La crisis bilateral pone en evidencia la vulnerabilidad institucional de la Alianza del Pacífico, cuya fortaleza radicaba en la convergencia política y económica de sus miembros.
Sin mecanismos de continuidad técnica, los operadores logísticos y las cámaras empresariales podrían enfrentar mayores costos y demoras en la movilidad intrarregional, afectando la competitividad frente a Asia, donde China y Corea del Sur han consolidado nuevos acuerdos de transporte marítimo.
Para algunos analistas, esta coyuntura podría acelerar un cambio estructural: pasar de una integración política a una integración logística, basada en acuerdos técnicos y privados que mantengan los flujos comerciales al margen de los vaivenes diplomáticos.














