El próximo año, México recibirá una avalancha de visitantes que, principalmente, se darán cita en las tres ciudades que albergarán partidos de la Copa Mundial de Futbol 2026, lo que implica el reto que va más allá de movilizar productos, personas y brindar servicios con eficacia.
La proyección es de al menos 5.5 millones de personas para los tres países sede: Canadá, Estados Unidos y México, y de acuerdo con autoridades locales y miembros de la industria de la hospitalidad, alrededor de 2.5 millones de visitantes llegarán a la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
Las tres sedes mexicanas deberán garantizar la movilidad de aficionados y, al mismo tiempo, asegurar el suministro de alimentos, bebidas y productos a los estadios, hoteles, bares y restaurantes que vivirán su propio “mundial logístico”.
Pero el reto no se limita a mover personas y mercancías. En cada partido, la cadena de suministro de las ciudades anfitrionas se pondrá a prueba. Desde el abasto de perecederos hasta la gestión de residuos y el consumo energético en zonas de alta concentración, cada operación deberá ejecutarse con precisión.

El reto es amplio y va desde tener que reducir viajes innecesarios de fanáticos y no fanáticos, hacia los Estadios y otros puntos de concentración, hasta el uso de medios de transporte alternativos que agilicen la circulación vial y la descarbonicen.
“Hay que optar por soluciones de transporte de baja o nula emisión, como autos eléctricos o bicicletas en rutas seguras”, comenta Ruth Corona, directora de Servicios de Sustentabilidad de JLL México, en entrevista con The Logistics World.
Movilidad y suministro en tres ciudades
Las tres ciudades mundialistas del país alistan sus hojas de ruta para sortear el estrés logístico que vivirán en los días de actividad futbolera. Monterrey, incluso, podrá realizar pruebas logísticas en aeropuertos y medios de transporte.
Será entre el 26 y 29 marzo cuando reciba dos encuentros de repechaje mundialista al mismo tiempo que se lleve a cabo el festival Tecate Pa’l Norte (27 al 29 de marzo). Sin duda, servirá para poner a prueba estrategias orientadas a reducir los cuellos de botella en medios transporte y vialidades y, por ende, agilizar el traslado de personas y mercancías.
Corona enfatiza que no se trata solo de infraestructura vial, sino de gestión coordinada. “Hay que incrementar la capacidad y frecuencia del transporte público en los horarios de los partidos -trenes, metros, autobuses- y crear carriles temporales de alta ocupación”, señala.
“También hay que priorizar rutas peatonales y ciclovías seguras entre estaciones y estadios o zonas de alta afluencia”.
El desafío logístico se extiende más allá del transporte de pasajeros. En cada jornada se movilizarán toneladas de mercancías -bebidas, alimentos, insumos promocionales- cuyo suministro deberá realizarse en horarios escalonados y con flotas más limpias.
“Se puede consolidar la logística en puntos fuera de los estadios y manejar entregas nocturnas o en ventanas de menor congestión”, explica la especialista quien sugiere que el uso de plataformas digitales de movilidad puede jugar un papel clave para optimizar rutas e incluso promover al uso de vehículos eléctricos o híbridos.
La corresponsabilidad ambiental de la cadena
Más allá de la operación de los recintos, la especialista de JLL subraya que el esfuerzo debe extenderse a toda la cadena de valor. Las compañías que planean surtir producto a estadios y otros inmuebles pueden implementar políticas orientadas a promover el uso de vehículos con bajas emisiones para atender sus compromisos de sustentabilidad corporativos.
De acuerdo con Corona, es posible que empiecen a analizar opciones y soliciten a su proveedor logístico unidades de transporte que reduzcan las emisiones. La corresponsabilidad corporativa, apunta, será determinante.
De acuerdo con organismos internacionales, el transporte representa la segunda fuente de emisiones contaminantes. De ahí que los eventos de gran escala como la Copa Mundial o las carreras de Fórmula 1; sean escenarios idóneos para acelerar la transición hacia una movilidad eléctrica y una logística con menor huella de carbono.
La exigencia FIFA que incentiva a la logística limpia
La sustentabilidad no será opcional para los recintos de la Copa Mundial de Futbol 2026. La FIFA exige que todos los estadios sede tengan certificaciones ambientales que acrediten su eficiencia en diseño, construcción y operación.
“Los estadios se están certificando LEED porque es un requerimiento de la FIFA”, explica Corona al mencionar que el estadio BBVA tiene certificado LEED Silver desde su construcción en 2016 y apenas el año pasado obtuvo la certificación Gold en operación y mantenimiento.
“Los otros dos estadios (en Guadalajara y Ciudad de México) están buscando la certificación LEED en operación para cumplir con el requisito”, afirma Corona.
Según el U.S. Green Building Council (USGBC), los edificios con certificación LEED Gold cuentan con procesos y tecnología que contribuye a reducir más de un tercio su consumo energético frente a inmuebles tradicionales. En los estadios mexicanos, las acciones incluyen sistemas de iluminación LED, paneles solares, controles inteligentes de climatización y equipos HVAC de alta eficiencia.
“La certificación LEED también promueve rutas de transporte alternativo, incentivos para autos híbridos y políticas de carpooling”, agrega Corona. Los vehículos eléctricos o compartidos, por ejemplo, llegan a tener prioridad en los estacionamientos cercanos a la entrada del estadio: “Todo eso ayuda a reducir la huella de carbono del evento”.
El reto invisible: los residuos
Otro de desafíos que implicará el Mundial de Futbol 2026 será el manejo de residuos. La euforia en los estadios y puntos de reunión suele traducirse en toneladas de basura en cuestión de horas.
“Es muy relevante no enfocarnos solo en el partido o el evento. Tiene que haber un diseño y una planeación aguas arriba”, advierte Corona al destacar la importancia de la certificación TRUE Zero Waste, también impulsada por U.S. Green Building Council, que promueve estrategias para desviar 90% de los residuos de los rellenos sanitarios.
“TRUE va más allá de ver qué haces con la basura. Implica repensar los procesos para generar menos residuos desde antes, involucrando a todas las áreas: compras, operaciones, recursos humanos”, explica.
El estadio Mercedes-Benz en Atlanta, sede del Mundial 2026 en Estados Unidos, tiene la certificación TRUE Platinum, según Corona; pero en México, dice, los recintos no han alcanzado ese nivel, aunque varias empresas del sector inmobiliario ya han comenzado a aplicar los estándares de TRUE en plantas industriales y parques corporativos.
Centros comerciales bajo presión
Durante las jornadas mundialistas, los estadios no serán los únicos centros de gran afluencia. Los malls y centros comerciales, especialmente los que albergan restaurantes y bares, se convertirán en puntos de encuentro masivo que también requerirán una gestión de movilidad y de abasto.
Sin embargo, estos espacios enfrentan un desafío aún mayor para gestionar su huella ambiental, tan es así que en México no hay un centro comercial con la certificación TRUE. Si bien es algo relativamente nuevo, lo cierto -según Corona- es que es muy complejo por la diversidad de residuos que se generan.
“En un centro comercial tienes que trabajar no solo con el propietario, sino con las marcas y restaurantes que operan dentro del inmueble, además de los visitantes que vienen de distintos lugares y con distintas culturas”, menciona.
Certificar con TRUE Zero Waste a este tipo de inmuebles es prácticamente imposible a poco más de ocho meses de que la patada inaugural de la Copa Mundial de Futbol el 11 de junio de 2026: “Es un proceso continuo, no de unos meses y requiere que las acciones se vuelvan parte del ADN operativo de cada espacio”.
Energía limpia para un Mundial responsable
La gestión del consumo energético será otro punto crítico. La instalación de pantallas gigantes, sistemas de sonido y de equipos de refrigeración adicionales, incrementará la demanda eléctrica tanto en estadios como en los negocios.
Por ello, es necesario que los comercios impulsen el uso de tecnología como iluminación LED, sugiere Corona. “Pero también pueden considerar proyectos de generación renovable en sitio o fuera de él”.
Una opción son los contratos PPA (Power Purchase Agreement), mediante los cuales un tercero instala paneles solares y el inmueble compra la energía generada por un plazo determinado.
Corona detalla que los estadios o corporativos con alto consumo podrían incluso incorporarse al Mercado Eléctrico Mayorista como usuarios calificados, accediendo a fuentes renovables a menor costo. “El camino es claro: primero promover la eficiencia, luego generar energía renovable en sitio, después adquirir energía limpia fuera del sitio y, solo al final, buscar cómo compensar”, enfatiza.
La compensación de emisiones, a través de bonos de carbono, por ejemplo, debe ser el último recurso, no el primero.
Un parteaguas para el deporte y la logística
A menos de ocho meses del Mundial, las ciudades mexicanas avanzan a contrarreloj. Los estadios ya trabajan en certificaciones y mejoras operativas, pero la tarea se extiende a miles de negocios que formarán parte indirecta del evento.
Ruth Corona ve complicado llegar a cero residuos en centros comerciales o puntos de reunión más allá de si es para la Copa Mundial 2026. Pero “sí es posible avanzar en eficiencia energética y movilidad limpia”.
Más allá del cumplimiento de normas, lo que está en juego es el legado de sostenibilidad que el Mundial puede dejar en México. “Esto será un parteaguas. El sector de deportes y entretenimiento se había quedado atrás en la agenda de sustentabilidad, pero el Mundial viene a impulsarlo. Sin duda, marcará un antes y un después”, concluye Corona.
 
         
                 
                 
                 
                     
                    
 
                    













 
                    