El reporte Perspectivas económicas de México de Deloitte muestra que el crecimiento económico del país será apenas de 0.24% este año.
Sin embargo, detrás de esa cifra se esconde una gran disparidad regional. Algunos estados están experimentando avances notables gracias a proyectos de infraestructura y al impulso del turismo, mientras que otros enfrentan retrocesos pronunciados por la dependencia a sectores como el petróleo o por la finalización de megaproyectos.
Estas diferencias son clave para el sector logístico, ya que redefinen dónde habrá mayor demanda de transporte, almacenamiento y servicios de distribución.
Los estados que crecen: nuevas rutas para la logística
Guerrero, Oaxaca y Nayarit se encuentran entre las entidades con mayor dinamismo económico en lo que va de 2025. Guerrero lidera el repunte con un crecimiento de 6.8% anual, principalmente por la reactivación del turismo tras los esfuerzos de reconstrucción derivados de los huracanes.

Esto no solo ha impulsado la llegada de visitantes, sino que también ha generado una mayor demanda de transporte aéreo, carretero y marítimo, así como de servicios logísticos vinculados al sector hotelero y de consumo.
En Oaxaca, el crecimiento de 5.6% se explica por la construcción del Corredor Transístmico, un proyecto que busca conectar el Pacífico con el Golfo de México y que tiene el potencial de convertirse en un eje logístico estratégico para el comercio exterior.
La obra ha detonado inversión en infraestructura y servicios relacionados, lo que anticipa un mayor flujo de carga intermodal y nuevas oportunidades para operadores logísticos.
Por su parte, Nayarit ha registrado un aumento de 4.7%, impulsado tanto por proyectos de infraestructura como por el crecimiento en la producción agrícola.
Este desempeño fortalece su papel en agroexportaciones, lo que se traduce en una mayor necesidad de transporte refrigerado, centros de acopio y soluciones de trazabilidad en la cadena de suministro.
Los estados que retroceden: presión sobre las cadenas existentes
En el otro extremo se encuentran Campeche, Tabasco y Quintana Roo, que han sufrido caídas significativas en su actividad económica. Campeche muestra una contracción de 16.7% y Tabasco de 12.8%, debido principalmente a la disminución en la producción petrolera.
Esta situación no solo afecta al sector energético, sino que impacta de manera directa en las cadenas logísticas especializadas en transporte de hidrocarburos y en la infraestructura asociada a la industria. La falta de dinamismo en estas entidades obliga a muchas empresas a replantear sus operaciones y a buscar alternativas más diversificadas.
Quintana Roo, con una caída de 9.4%, enfrenta un escenario complicado tras la conclusión de grandes proyectos de infraestructura turística.

La reducción de inversión en el sector ha frenado la expansión de servicios logísticos que habían crecido de manera acelerada en los últimos años, desde el abastecimiento hotelero hasta el transporte aéreo de pasajeros y mercancías.
Implicaciones para el sector logístico
La disparidad en el desempeño de los estados pone de relieve que la planeación logística en México no puede basarse únicamente en tendencias nacionales.
El crecimiento económico, impulsado por infraestructura, turismo o agroindustria, abre oportunidades en algunos territorios, mientras que la dependencia de sectores como el petróleo expone vulnerabilidades en otros.
Para las empresas de logística y supply chain, esto significa anticipar cambios en la demanda regional, reorientar inversiones hacia zonas con mayor dinamismo y diseñar cadenas de suministro flexibles capaces de adaptarse a choques sectoriales o comerciales.
Oaxaca y Guerrero, por ejemplo, podrían convertirse en hubs logísticos emergentes, mientras que Campeche y Tabasco requerirán estrategias distintas para mantener la viabilidad operativa en un contexto de menor actividad.
El mapa económico de 2025 confirma que México no se mueve de manera uniforme. Las rutas logísticas del futuro estarán definidas por la combinación de proyectos de infraestructura, el potencial del nearshoring y la capacidad de los estados para diversificar sus sectores productivos.
En este contexto, quienes logren anticipar los nuevos polos de crecimiento estarán mejor preparados para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades que plantea la economía mexicana.