La necesidad de desarrollar una proveeduría local para la industria automotriz en México no es un tema nuevo; pero sí uno de los que más interés ha generado en las últimas semanas a raíz del inicio del proceso de revisión del T-MEC y el plan federal para sustituir importaciones de partes y componentes.
Es una triada que empuja a miembros del sector automotriz, organismos empresariales y a las autoridades, a colaborar estrechamente para aprovechar el reto que supone el contexto geopolítico y comercial y la transición de la industria hacia la electrificación y el desarrollo tecnológico que implica.
Lizette Gracida, directora Sr. de Relaciones Institucionales y Comercio Exterior de Toyota México, asegura que el plan del presidente estadounidense por reindustrializar su país representa para México una gran oportunidad para desarrollar mayor proveeduría local y generar más eficiencias a la industria automotriz.
La clave para aprovecharla está en poder coordinar los esfuerzos de todos los actores involucrados e instrumentar una política pública integral y de largo plazo, que incluya infraestructura, incentivos y regulación.
“México se tiene que poner las pilas si quiere seguir participando de manera activa en el proceso” de innovación en la industria, planteó en el Latam Mobility México 2025.
La base de la competitividad automotriz en Norteamérica
De acuerdo con Gracida, en el proceso de revisión del T-MEC, los tres gobiernos de la región deben definir con precisión qué se producirá en cada país, reconociendo sus fortalezas y competencias. Solo así Norteamérica podrá mantener la competitividad de su industria automotriz frente a otros bloques globales.
Es el caso de China, que pasó de manufacturar productos con buena calidad a desarrollar tecnología propia. “Se volvieron sumamente competitivos y crecieron de tal forma que ya representan 29% del abastecimiento total de autopartes a nivel global”, Alberto de Icaza, director de asuntos externos ZF México.
Pero hoy, dijo, es política y económicamente incorrecto comprar en China. Eso implica tener que trabajar para desarrollar proveedores locales o atraerlos de otros países para que produzcan en México. Adicionalmente, tener una cadena de suministro más robusta es clave para que la industria tenga una mayor competitividad en su estructura de costos.

Sin embargo, habrá componentes que difícilmente podrán dejar de ser importados, al menos de momento, según planteó Evelin Nava, Purchasing and Supplier Quality Director, Stellantis México, en el Congreso Internacional de la Industria Automotriz (CIIAM) 2025.
“Crecer México seguirá siendo prioridad, pero las cadenas de Estados Unidos, Canadá y México están tan tejidas que será muy difícil deshacerlas… La verticalización sucederá en los tres países no solo en la proveeduría mexicana. Habrá cosas que vamos a necesitar seguir trayendo de nuestros vecinos del norte”, externó.
Esto buscan las automotrices de sus proveedores
Pero ¿cómo lograr que más empresas mexicanas puedan sumarse a lo más alto de la pirámide de la proveeduría automotriz? Bosch, Stellantis y ZTE comparten algunas recomendaciones para avanzar en sus respectivas cadenas de suministro.
Evelin Nava comparte a The Logistics World, que un primer paso para las empresas que están listas para dar el salto al Tier 1 es la autoevaluación a través de un cuestionario diseñado con criterios de la armadora.
El objetivo es que, a través de preguntas básicas, provean de información suficiente sobre su sistema de calidad, la tecnología que utilizan y de su estabilidad financiera, entre otros detalles de la operación.
Para Bosch un tema relevante es que los interesados estén muy enfocados en las características técnicas que requiere la empresa y sus clientes, así como el apego a las normas.
Eduardo Waty, Sales VP Mobility Solutions de Bosch, menciona que para lograrlo de mejor manera la empresa realiza auditorías a los potenciales proveedores a los que desde un inicio, transmite las necesidades de sus clientes, principalmente las armadoras.
En el caso de ZF México, un requisito indispensable es tener la certificación IATF 16949, la norma internacional de sistemas de gestión de calidad para la industria automotriz. Este paso sirve para acreditar que tengan una base de proveedores y sistema de calidad robustos.
Pero también se busca, dijo, que tengan tecnología y que trabajen en temas de mejora continua e innovación. “Trabajamos mucho en reducción de costos y que tengan compromisos para alcanzar la neutralidad en carbono incluyendo el consumo y origen de la energía y el manejo de desechos”, agregó.
Estas son las áreas de oportunidad que han detectado
Puede sonar ilógico, pero es en la fase de la autoevaluación en donde las empresas que aspiran a integrarse a la cadena de Stellantis se llegan a atorar. En este proceso un tema sale a relucir: el análisis financiero. “Deben de tener capacidad para sostener el negocio y de seguir creciendo… Se atoran en dar la información necesaria”, asegura Nava.
Para ZF México es indispensable que quienes busquen integrarse a su cadena de proveedores tengan una disciplina financiera en su estructura de costos: “Hemos tenido muchos casos en que el proveedor entra en crisis económica porque no son resilientes a los ciclos económicos”, mencionó Alberto de Icaza.
En el caso de Bosch, una de las dificultades que han enfrentado es el entendimiento pleno de las características técnicas que requieren de sus aliados del negocio, así como de las normativas y procesos a cumplir en la cadena. “Hay que tenerlas bien claras para cumplir con la calidad que se requiere”, afirmó Waty.
Suministro local de tecnología, aún pendiente
Stellantis México tiene un 50% de proveeduría local y un 50% que depende del exterior, particularmente de Estados Unidos. Nada fuera de lo común si se considera que 74% de los insumos de los vehículos manufacturados en México proviene del vecino país, según el presidente de la Industria Nacional de Autopartes, Francisco N. González.
Para fortalecer su contenido regional, la firma automotriz trabaja para acercar a los Tier 2 y Tier 3 con los Tier 1 a través de foros que permiten esas conexiones. Aunque en muchos casos las compañías que están en la punta de la pirámide de proveedores tienen requisitos en común, el paso a paso de la vinculación final con el resto de la cadena depende de cada organización.
La directora de Compras y Calidad de Proveedores de Stellantis en México agrega que si bien la oportunidad para los proveedores locales está en todo el vehículo; hay un mayor margen de probabilidad para fabricantes de partes y componentes no tecnológicos como plásticos, estampados, Die Casting y ensambles sencillos.
"Todo lo que es más tecnológico requiere un segundo paso para poderlo introducir a México, a menos que traiga el soporte de una compañía más grande", comenta a The Logistics World.
Los componentes tecnológicos requieren más esfuerzo para traerlos al país, así como “inversiones más grandes y know-how que en este momento quizá no tenemos”, expuso en su participación en el CIIAM.
Subir más empresas a las megatendencias
Para Eduardo Waty es clave que los fabricantes como Bosch, que están arriba de la pirámide, compartan con el resto de las organizaciones cuáles son las mega-tendencias que están transformando a la industria como el desarrollo de trenes motrices de hidrógeno, la electrificación y los sistemas ADAS.
Pero especialmente, cómo prepararse para atender las oportunidades que esto representa tanto para empresas, como para el gobierno y con las propias universidades con miras a desarrollar el talento necesario. “Tenemos mucho contacto con Europa y China ‘sacando’ proveedores para traerlos y localizarlos en México”, dijo.

Abordar el desarrollo de la proveeduría con un enfoque sistémico permitiría a las empresas que trabajan plataformas tecnológicamente avanzadas. Es el caso de Toyota que en 2024 anunció una inversión de 1,400 millones de dólares en sus dos plantas de México -Guanajuato y Baja California- para fabricar la Tacoma híbrida-eléctrica. Se trata del primer vehículo electrificado que la firma japonesa produce desde 2024, en el país.