“El envase nace para morir, pero debe hacerlo con honor: protegiendo el producto desde la línea de producción hasta el anaquel.” Con esta frase, Salvador Olvera sintetiza una visión estratégica del diseño de envases y embalajes que va más allá de la estética o la protección básica. En su enfoque, cada decisión de diseño debe responder a una lógica sistémica que considere desde la maquinaria de llenado hasta la estiva en el transporte, pasando por el almacén, el centro de distribución y la experiencia del cliente final.
Durante su participación en THE FOOD TECH 2025, Olvera —director general de Auulun Diseño y presidente del Comité Técnico de la Asociación Mexicana del Envase y Embalaje— presentó un enfoque integral para la optimización del envase como eje de eficiencia logística. Su propuesta parte de un principio claro: el diseño del envase no puede pensarse de forma aislada, sino como parte de un sistema que incluye el envase primario, secundario, terciario, la paletización y la distribución.
Pensar el envase como sistema logístico
En su conferencia sobre “Estrategias de optimización”, Salvador Olvera explicó que la planeación logística del envase comienza mucho antes del embarque. Desde el momento en que se define el envase primario, deben considerarse variables como la densidad del producto, el espacio libre (headspace), la compatibilidad con la maquinaria de llenado y las condiciones de almacenamiento. Estas decisiones impactan directamente en el diseño del envase secundario —por ejemplo, una caja corrugada que debe contener múltiples pouches— y en la forma en que se estructuran las tarimas para evitar daños por ladeo, colapso o sobrepeso.
Paletización eficiente: clave para evitar pérdidas
Uno de los puntos más críticos es la optimización del pallet, donde se busca aprovechar al máximo el área disponible en largo, ancho y altura, sin comprometer la resistencia estructural. Olvera advierte que errores en la estiva pueden derivar en devoluciones completas de tráileres, con pérdidas económicas significativas por citas fallidas, reacomodos y reprocesos. “Si una tarima llega colapsada, el cliente no la recibe. No hay selección ni revisión: todo el tráiler se regresa”, explicó.
Para evitar estos escenarios, es indispensable considerar las cargas estáticas y dinámicas desde el diseño del pallet. La resistencia del corrugado, el tipo de caja (display, RCC, tres coronas), el número de productos por caja (case count) y la forma de acomodarlos (vertical, traslapado) son factores que determinan la estabilidad de la carga. Incluso la impresión sobre el corrugado puede afectar su resistencia, al comprimir las flautas y debilitar la estructura.
KPIs desde el prototipo: medir para optimizar
El diseño del envase debe contemplar indicadores logísticos desde la etapa de prototipado. Olvera propone incorporar KPIs como el porcentaje de merma por daño en el transporte, el costo por unidad de embalaje, la tasa de devoluciones, la eficiencia de almacenamiento y el peso neto y bruto del pallet. Estos indicadores permiten evaluar el desempeño del envase en condiciones reales, incluyendo la última milla, donde los productos suelen sufrir los mayores impactos.
“Desde que haces el diseño preliminar, debes revisar todo el sistema, hasta dónde va a llegar el producto. En nuestras pruebas, llegábamos hasta el anaquel, a las tres de la mañana, para ver cómo se comportaba el envase en tienda”, relató Olvera. Esta visión de pruebas extendidas contrasta con la tendencia actual de acelerar lanzamientos sin validar el desempeño del envase en cada etapa de la cadena.
Sustentabilidad desde el diseño
La sustentabilidad también entra en juego como parte de la planeación logística. El uso de monomateriales, materiales reciclables y diseños que eviten la sobreespecificación son clave para reducir el impacto ambiental sin comprometer la funcionalidad. Olvera compartió casos en los que, mediante rediseños colaborativos con proveedores, se logró reducir el peso de ciertos plásticos de 500g a 165g por unidad, sin afectar la protección del producto.
Un buen diseño, afirma, es aquel que utiliza solo el material necesario. “Muchas veces sobreespecificamos en aras de proteger el producto, y eso genera toneladas de residuos innecesarios”, advirtió. La clave está en conocer a fondo los materiales, las máquinas y los procesos operativos para lograr ahorros sin sacrificar calidad.
Experiencia del cliente como variable logística
En el contexto del ecommerce, el empaque se convierte en el primer contacto físico con el producto, y su presentación, personalización y facilidad de apertura pueden influir en la percepción de calidad y fidelidad del consumidor. En el caso de alimentos para mascotas, algunos envases ya incluyen el nombre del animal y pequeños obsequios, lo que refuerza el vínculo emocional con la marca. Esta dimensión del diseño, aunque no siempre considerada en la logística tradicional, tiene implicaciones directas en la satisfacción del cliente y en la reducción de devoluciones por inconformidad.
Colaboración con proveedores: innovación compartida
El proveedor debe ser visto como un socio estratégico en el desarrollo de soluciones logísticas. Olvera enfatizó que los mejores resultados se logran cuando el diseño del envase se realiza en conjunto con quienes conocen los materiales, las tecnologías de impresión, las capacidades de sellado y las condiciones de transporte.
“Nos tocó sufrir muchas veces porque no llegábamos a los resultados que queríamos, pero nos acercábamos a lo que buscábamos. El proveedor es parte del equipo”, afirmó. Esta colaboración permite, por ejemplo, reducir inventarios innecesarios, adaptar materiales a condiciones reales de almacenamiento y mejorar la sellabilidad de los envases en función del tiempo de uso.
Diseñar para entregar valor
En suma, el diseño sistémico del envase es una herramienta estratégica para la logística moderna. No se trata solo de contener, sino de planear, proteger, optimizar y comunicar. Desde la línea de producción hasta el anaquel, cada decisión de diseño tiene repercusiones logísticas que pueden traducirse en ahorros, eficiencia operativa, reducción de mermas y mejora en la experiencia del cliente.
Como lo plantea Salvador Olvera, el envase debe ser pensado como un aliado silencioso que acompaña al producto en cada etapa de su viaje, hasta cumplir su propósito final: entregar valor al cliente.