La reciente negativa del Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT) a aceptar la propuesta de México para modificar el Acuerdo Bilateral de Servicios Aéreos (BASA) ha encendido alertas en el sector aeronáutico.
Aunque el tema parece diplomático y técnico, sus repercusiones alcanzan de lleno al transporte de carga aérea, que depende en gran medida de una coordinación fluida entre ambos países.
En respuesta, la Cámara Nacional de Aerotransportes (CANAERO) emitió un comunicado el 21 de julio en el que llama al diálogo técnico y a la cooperación bilateral para evitar afectaciones mayores. El organismo considera indispensable preservar la conectividad, la competitividad y el desarrollo económico derivado de la aviación civil.
¿Qué está en disputa?
México busca desde 2023 modificar ciertos esquemas operativos a raíz del decreto presidencial que cerró el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a la carga exclusiva.

Esto obligó a las aerolíneas cargueras a mover sus operaciones al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), a 45 km del centro de la capital, y en algunos casos al Aeropuerto de Toluca.
Según el Gobierno mexicano, estas decisiones buscan aliviar la saturación del AICM, mejorar la seguridad operativa y fomentar el desarrollo de infraestructura alterna.
No obstante, del lado estadounidense han surgido preocupaciones por la falta de equidad y transparencia en la implementación de estos cambios, así como por las consecuencias comerciales que han tenido para operadores internacionales.
El DOT advierte que si México sigue limitando las rutas y derechos previamente establecidos en el acuerdo bilateral, podría restringir también vuelos de aerolíneas mexicanas hacia EE.UU., como medida recíproca.
Esto elevaría las tensiones en un sector que mueve más de 100 mil millones de dólares anuales en comercio bilateral.
Cifras que explican la relevancia
México es el primer socio comercial de Estados Unidos, y gran parte de ese intercambio depende del transporte aéreo, particularmente para sectores sensibles como electrónica, farmacéutica, autopartes y moda rápida.
A continuación, un panorama del movimiento de carga aérea entre ambos países:
- En 2023, el comercio bilateral por vía aérea superó los 12.5 mil millones de dólares, según datos de BTS (Bureau of Transportation Statistics).
- Solo de enero a mayo de 2024, México exportó por vía aérea hacia EE.UU. mercancías por más de 5.6 mil millones de dólares, principalmente desde la Ciudad de México y Guadalajara.
- Según la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), en 2024:
- El AICM aún concentraba el 70% del volumen nacional de carga aérea al cierre de 2022, antes del decreto.
- En 2023, ya con el AIFA en operación forzada, este aeropuerto captó cerca del 16% del volumen nacional, y el Aeropuerto de Toluca creció hasta alcanzar el 9%, según datos del Instituto Mexicano del Transporte.
- Las cifras de 2025 se proyectan con una participación creciente del AIFA, que podría cerrar el año con entre 19% y 22% del total nacional, según estimaciones de la CANAERO.
Sin embargo, las empresas han reportado desafíos en infraestructura, conectividad terrestre y procesos aduanales en el AIFA, lo cual ha limitado su eficiencia pese a su potencial logístico.
El comunicado de la CANAERO, aunque diplomático, reconoce el “alto impacto” de las medidas anunciadas por Estados Unidos, en particular por su posible repercusión en la continuidad operativa y la equidad entre los actores del mercado.
La Cámara enfatiza la necesidad de contar con un sistema moderno y funcional, y pide evitar decisiones unilaterales que pongan en riesgo el flujo de carga y la conectividad.
Este conflicto ocurre además en un momento en que México acaba de recuperar la categoría 1 en seguridad aérea de la FAA, lo que había reactivado el entusiasmo por nuevas rutas, más inversiones y una mayor inserción en las cadenas de suministro regionales.
La viabilidad del AIFA como hub logístico de carga, las reglas claras para operadores internacionales y el cumplimiento del BASA serán elementos clave para evitar un escalamiento del conflicto. Por ahora, el llamado es al diálogo técnico.
Pero si no se atienden las preocupaciones, los próximos meses podrían traer restricciones bilaterales que afecten directamente a importadores, exportadores y operadores logísticos a ambos lados de la frontera.