La madurez en ciberseguridad operativa (OT) ya no es una aspiración lejana: hoy, las organizaciones más avanzadas están cosechando resultados tangibles como la disminución de intrusiones, la mejora de tiempos de respuesta y la mitigación de riesgos en sus sistemas críticos.
El más reciente informe de Fortinet sobre el estado de la ciberseguridad OT en 2025 identifica cinco señales clave que distinguen a estas empresas de aquellas que aún están en fases iniciales de desarrollo.
Con base en una encuesta global aplicada a más de 550 profesionales de OT, el estudio revela que las empresas maduras no solo cuentan con procesos documentados, sino que también implementan plataformas unificadas, consolidan proveedores, incorporan inteligencia de amenazas y reportan menos interrupciones en sus operaciones.
1. El CISO toma el control de la ciberseguridad OT
Una de las principales señales de madurez es la asignación formal de la ciberseguridad OT al Chief Information Security Officer (CISO). Mientras que en 2022 apenas el 16% de las organizaciones daban esa responsabilidad al CISO, en 2025 ya lo hacen el 52%, y el 80% planea tenerlo bajo ese cargo en los próximos meses.
Este cambio implica que la protección de sistemas operativos industriales deja de ser un asunto técnico aislado y se convierte en un tema de gestión estratégica a nivel directivo.
2. Procesos maduros y en mejora continua
Otro indicador fundamental es la madurez de los procesos de ciberseguridad. Según el reporte, el 49% de las organizaciones ya operan en un nivel 4, donde los procesos no solo están documentados, sino que se mejoran de forma continua con retroalimentación basada en incidentes, amenazas emergentes y métricas operativas.
Este nivel de madurez permite a las empresas identificar vulnerabilidades con mayor antelación, tomar decisiones informadas y responder con agilidad ante ciberataques.
3. Soluciones OT más allá de la segmentación
En cuanto a las soluciones tecnológicas, el estudio muestra que muchas organizaciones han superado la etapa de segmentación básica (nivel 1) y han avanzado hacia el nivel 2, en el que implementan control de accesos, perfiles de usuarios y monitoreo más profundo de su entorno OT.
Aunque pocos han alcanzado los niveles más altos —que implican orquestación y automatización—, el simple paso de visibilidad a control granular ya representa una evolución sustancial que reduce la superficie de ataque.
4. Menos intrusiones y más resiliencia
La relación entre madurez y reducción de incidentes queda clara: el 65% de las empresas en el nivel más alto no reportó ninguna intrusión en 2025, en contraste con apenas el 46% de las organizaciones menos maduras. Esta diferencia es aún más notable considerando que las amenazas, como el ransomware y el malware dirigido a sistemas OT, han seguido creciendo.
Además, los impactos por ataques también han bajado. Por ejemplo, las interrupciones operativas que afectaron ingresos cayeron del 52% en 2024 al 42% en 2025, y los compromisos por phishing o correo empresarial malicioso también se redujeron gracias a una mejor formación interna y prácticas de higiene digital.

5. Consolidación tecnológica y eficiencia operativa
Por último, la consolidación de proveedores de tecnología OT es otro signo revelador. En 2022, solo el 52% de las organizaciones operaban con entre uno y cuatro proveedores; en 2025 esa proporción aumentó al 78%. Esto ha permitido:
- Reducir complejidad,
- Mejorar la integración de soluciones de seguridad,
- Elevar el rendimiento de las plataformas,
- Y disminuir la carga sobre los equipos de TI y OT.
Las empresas que han apostado por plataformas unificadas para entornos OT e IT han registrado incluso una reducción de hasta 93% en incidentes cibernéticos, según el análisis de Fortinet.
Madurez que se traduce en continuidad operativa
En un entorno donde los ataques a la infraestructura crítica son cada vez más frecuentes y sofisticados, la madurez en ciberseguridad OT no es solo una ventaja competitiva: es una condición indispensable para mantener la continuidad operativa, proteger la cadena logística y cumplir con las exigencias regulatorias emergentes.
Las organizaciones que reconocen esta realidad están destinando más presupuesto, talento y tecnología a proteger sus activos industriales. Y, como muestra el informe, están viendo resultados concretos: menos ataques, mayor eficiencia, y más control sobre el riesgo.