La propuesta del Paquete Económico para 2026 en México llegó acompañado de una iniciativa para la imposición de aranceles a países con los que el país no tiene tratados comerciales.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) explicó que la medida forma parte del Plan México, un programa de reindustrialización que pretende reducir la dependencia de importaciones baratas y promover el consumo de lo hecho en México.
Durante la presentación, el secretario de Hacienda, Édgar Amador Zamora, insistió en que no se trata de una acción aislada, sino de un cambio estructural:
“Los aranceles hay que verlos dentro de la estrategia general del Plan México. Buscamos que lo hecho en México compita en igualdad de condiciones y que se detone la reindustrialización regional”
El anuncio plantea aranceles sobre más de 1,400 fracciones arancelarias, que abarcan sectores sensibles como el automotriz, la industria farmacéutica, manufacturas y semiconductores.
Según los cálculos de Hacienda, estas medidas aportarían alrededor de 70 mil millones de pesos adicionales en ingresos por importación, cifra que se suma a los 255 mil millones de pesos proyectados en total para 2026.
El sector automotriz: el núcleo de la tensión
Dentro de los sectores afectados, el automotriz ocupa un lugar central. En los últimos años, fabricantes chinos han ganado terreno en el mercado mexicano, sobre todo con vehículos eléctricos y de combustión de bajo y mediano costo.
Esta irrupción ha generado preocupación en la industria local y en las armadoras que operan bajo el marco del T-MEC, ya que la competencia se percibe como desigual al no existir un acuerdo comercial con China.
La propuesta de Hacienda, que incluye aranceles de hasta 50% para automóviles y autopartes provenientes de países sin tratado, busca precisamente frenar esa tendencia.

Sin embargo, la reacción de China fue inmediata: Pekín calificó las medidas como “discriminatorias y proteccionistas” y aseguró que defenderá los intereses de sus empresas, incluso recurriendo a la Organización Mundial de Comercio.
Este escenario anticipa una posible escalada de tensiones. Mientras México pretende proteger a su industria automotriz, el riesgo de que China imponga represalias comerciales contra exportaciones mexicanas —ya sea agrícolas, mineras o manufactureras— está sobre la mesa.
Para un país cada vez más integrado en las cadenas de suministro globales, estas tensiones representan un desafío mayor.
Impactos en la logística y las cadenas de valor
La medida no solo es relevante desde el punto de vista fiscal o comercial, sino también logístico. El encarecimiento de importaciones provenientes de países sin acuerdo forzará a muchas empresas a reconfigurar sus cadenas de suministro.
Esto significa sustituir proveedores, renegociar contratos y, en algunos casos, trasladar operaciones hacia Norteamérica para aprovechar las ventajas del T-MEC.
Para los operadores logísticos, este ajuste podría traer un doble efecto. Por un lado, mayor demanda de transporte interno, almacenamiento y distribución de productos fabricados en México.
Por otro, un incremento en los costos asociados a la importación de insumos estratégicos, lo que presionará los márgenes de empresas importadoras y distribuidoras.
Un factor adicional es el riesgo inflacionario. Aunque Hacienda asegura que ha considerado los impactos en precios, la realidad es que los aranceles de hasta 50% podrían encarecer bienes de consumo y componentes industriales.
Para el sector logístico, esto se traduce en mayores costos operativos y presión sobre la eficiencia de las cadenas.

La propuesta refleja un dilema recurrente para México: cómo proteger a su industria nacional sin perder atractivo como destino de inversión.
Por un lado, el fortalecimiento de la producción local es una estrategia necesaria para reducir vulnerabilidades externas. Por otro, medidas de corte proteccionista pueden enviar señales negativas a inversionistas globales y generar fricciones con socios comerciales clave.
En el corto plazo, la medida podría beneficiar a industrias mexicanas y norteamericanas que compiten con las importaciones asiáticas.
Sin embargo, en el mediano y largo plazo existe el riesgo de que las represalias o la pérdida de inversiones extranjeras contrarresten los beneficios esperados.
Para el sector logístico, esto implica operar en un entorno más incierto, donde la diversificación de rutas, el fortalecimiento de la planeación y la flexibilidad en los esquemas de suministro serán esenciales.
¿De qué tamaño es el intercambio comercial entre China y México?
De acuerdo con cifras oficiales de la Secretaría de Economía, en mayo de 2025 las exportaciones mexicanas a China sumaron alrededor de 686 millones de dólares, mientras que las importaciones desde ese país superaron los 10,600 millones de dólares, lo que dejó un déficit cercano a 9,954 millones de dólares en un solo mes.
La tendencia no es nueva: en 2023 el déficit comercial de México con China alcanzó 62,707 millones de dólares, más del doble de lo registrado en 2018.
El comercio bilateral en su conjunto rebasó los 100,000 millones de dólares, consolidando a China como el segundo socio comercial más importante de México, solo detrás de Estados Unidos.
Las importaciones provenientes de China se concentran en sectores clave para la economía mexicana: equipos eléctricos y electrónicos, teléfonos celulares, pantallas, computadoras, maquinaria industrial y vehículos, además de autopartes y componentes para la industria automotriz.

En contraste, las exportaciones mexicanas hacia China son mucho menores y están dominadas por minerales —principalmente cobre y sus concentrados— así como algunos aparatos eléctricos, electrónicos y productos médicos.
Este fuerte desbalance explica la relevancia de la medida arancelaria: mientras se busca proteger a industrias locales de la competencia desleal y fomentar el consumo interno, México depende en gran medida de insumos chinos para su propia producción.
Para la logística, esto significa que cualquier ajuste en los costos de importación puede repercutir de inmediato en cadenas de suministro críticas como la automotriz, la electrónica y la manufactura avanzada.