En plena primavera de 2025, un escándalo sacude al sector europeo de marcas de alto lujo europeo: la Fiscalía de Milán destapó una red de talleres subcontratados por la casa de moda Valentino, donde se documentaron condiciones laborales irregulares, explotación de trabajadores migrantes y violaciones a las normativas laborales italianas.
Este caso ha reavivado el debate sobre la opacidad en las cadenas de suministro de la moda de lujo, donde la búsqueda de márgenes elevados ha llevado a prácticas que comprometen los derechos humanos y la sostenibilidad del modelo productivo.
Deslocalización productiva: eficiencia con costos humanos
Los reportes noticiosos sobre lo ocurrido en Valentino señalan mientras los productos se venden a precios que superan los 2,000 dólares, los costos de fabricación pueden ser tan bajos como 40 dólares por unidad, según reveló una investigación judicial reciente contra la casa Valentino en Italia.
Las grandes marcas de lujo han trasladado buena parte de su producción a países como China, Vietnam y Bangladesh. Esta estrategia responde a una lógica de reducción de costos: en estas regiones, los salarios son considerablemente más bajos que en Europa, y las regulaciones laborales son más laxas o poco aplicadas.
A pesar de ello, muchas de estas fábricas cuentan con tecnología de punta y capacidad para replicar estándares de calidad europeos. El problema no es técnico, sino ético: la eficiencia operativa se logra sacrificando condiciones laborales dignas. En el caso de Valentino, los bolsos eran fabricados en China y luego enviados a Italia para recibir retoques mínimos, lo que permitía etiquetarlos como “Made in Italy”.
Subcontratación en cascada
El modelo de subcontratación múltiple permite a las marcas mantener distancia legal y reputacional de las condiciones reales de producción. En el caso investigado por la justicia italiana, Valentino contrataba a Bags Milano Srl, una empresa que a su vez empleaba a trabajadores migrantes sin contrato, algunos de los cuales dormían en las instalaciones para cumplir con los volúmenes de producción.
Según Reuters, estos talleres fabricaban 4,000 bolsos mensuales para Valentino a 35-75 euros por unidad, que luego se comercializaban entre 1,900 y 2,200 euros. El tribunal de Milán señaló que la marca priorizó beneficios económicos sobre la supervisión ética, un patrón repetido en casos similares con Dior y Giorgio Armani.
Este tipo de estructura fragmentada dificulta la trazabilidad y la rendición de cuentas. Las marcas pueden alegar desconocimiento, mientras los talleres operan en condiciones de informalidad y vulnerabilidad.

Reetiquetando mentiras
Una práctica común en la industria es el reetiquetado de productos. Bolsos, zapatos o prendas fabricadas en Asia son enviados a Europa para recibir acabados menores, lo que permite etiquetarlos como productos europeos. Esta estrategia aprovecha vacíos legales en las normativas de origen y refuerza la narrativa de exclusividad y artesanía que caracteriza al lujo.
Sin embargo, esta práctica también contribuye a la opacidad de la cadena de suministro y engaña al consumidor sobre el verdadero origen del producto.
Márgenes de ganancia extremos
Los reportes noticiosos de las agencias revelaron que, según la investigación judicial, los talleres subcontratados por Valentino producían bolsos a un costo de entre 35 y 75 euros por unidad. Estos mismos productos se vendían en tiendas por entre 1,900 y 2,200 euros. Esto representa márgenes de ganancia de hasta 90%, una cifra que revela la enorme brecha entre el costo de producción y el precio final.
Este modelo de negocio, aunque rentable, se sostiene sobre una base de precariedad laboral y externalización de costos sociales.
Riesgos legales y presiones regulatorias
La opacidad en la cadena de suministro ya no es solo un problema ético, sino también legal. Legislaciones como la Ley de Diligencia Debida en la Cadena de Suministro en Alemania exigen a las empresas realizar análisis de riesgos y adoptar medidas preventivas para evitar violaciones a los derechos humanos. El incumplimiento puede acarrear multas de hasta el 2% del volumen de negocio anual.
En respuesta al escándalo, la Fiscalía de Milán propuso planes para reforzar los controles sobre proveedores y subcontratistas, marcando un precedente para otras jurisdicciones europeas.
Indicadores de transparencia
El Índice de Transparencia de la Moda 2023 --los datos más recientes de los que hay registro--ofrece datos preocupantes, que reflejan un sector donde la transparencia sigue siendo la excepción, no la norma:
- Solo 1% de las marcas (incluidos Chanel y Versace) informa cuántos trabajadores en su cadena reciben salarios dignos.
- 88% de las marcas reconoce riesgos de trabajo forzoso, pero sin implementar acciones concretas.
- En países como Bangladesh, apenas el 4% de las fábricas cuenta con sindicatos activos.
Trabajo forzado en la cadena de materias primas
El problema no se limita a la manufactura. En países como Turkmenistán, el algodón utilizado por marcas de lujo se recolecta mediante trabajo forzoso. El gobierno obliga a maestros, médicos y familias enteras a participar en la cosecha bajo amenaza de despido, según la organización Freedom United. Este tipo de prácticas afecta los eslabones más invisibles de la cadena de suministro.
En países como Bangladesh, un CEO de moda gana en cuatro días lo que un trabajador textil obtendrá en toda su vida, según Oxfam.
Fortaleciendo una cadena de suministro ética
Para que las marcas de lujo puedan mantener su competitividad sin comprometer los derechos humanos, es necesario adoptar un enfoque integral de gestión de la cadena de suministro. Aquellas que cotizan en bolsa están obligadas a seguir y reportar muchas de las estrategias clave que veremos a continuación:
1. Auditorías independientes y trazabilidad digital
Desarrollar auditorías externas periódicas en todos los niveles de la cadena, incluyendo subcontratistas, permite detectar irregularidades antes de que escalen. Complementar esto con tecnologías de trazabilidad digital (como blockchain) garantiza visibilidad desde la materia prima hasta el punto de venta.
2. Certificación de proveedores
Establecer relaciones con proveedores certificados por estándares internacionales (como SA8000, WRAP o Fair Trade) ayuda a asegurar condiciones laborales adecuadas y cumplimiento normativo.
3. Publicación de informes de transparencia
Las marcas deben publicar informes anuales que incluyan datos sobre salarios, condiciones laborales, origen de materias primas y acciones correctivas implementadas. Esto no solo mejora la reputación, sino que fortalece la confianza del consumidor y de los inversionistas.
4. Incentivos internos y penalizaciones
Integrar métricas de cumplimiento ético en los sistemas de evaluación de desempeño de los equipos de compras y producción. Las bonificaciones no deben basarse únicamente en reducción de costos, sino también en cumplimiento social.
5. Educación del consumidor
Fomentar una cultura de consumo responsable mediante campañas de concientización sobre el impacto social de las decisiones de compra. Un consumidor informado puede ser un aliado en la transformación del modelo.