La emergencia sanitaria por la presencia del gusano barrenador ha abierto un nuevo frente de presión sobre la cadena logística de la carne en México.
Si bien el sector reconoce la gravedad de la plaga y la necesidad de medidas de control, la implementación reciente de disposiciones extraordinarias estaría generando efectos contraproducentes sobre el flujo de ganado, el bienestar animal y el abasto nacional, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Productores de Carne (AMEG).
Tras la declaratoria de emergencia nacional de sanidad animal, la multiplicación de retenes federales y estatales, así como la aplicación de nuevos protocolos de movilización, ha derivado —según el organismo— en un entorno de sobrerregulación logística sin precedentes.
Este fenómeno está afectando particularmente al traslado de ganado desde los estados del sur hacia los centros de engorda ubicados en el norte del país, un corredor clave para el suministro interno de carne.
Entre los principales impactos operativos identificados por la AMEG se encuentran incrementos significativos en los tiempos de traslado, que habrían pasado de alrededor de 20 a más de 30 horas, así como esperas prolongadas en puntos de inspección, superiores a 18 horas, asociadas a la verificación de tratamientos antiparasitarios.
A ello se suman retenes estatales adicionales que duplican inspecciones ya realizadas a nivel federal, generando cuellos de botella logísticos y mayor incertidumbre para los transportistas y productores Posicionamiento Asociación Mexi….
Desde la óptica logística, estas demoras no solo afectan la eficiencia de la cadena, sino que también obligan a múltiples maniobras de carga y descarga, incrementando el riesgo de lesiones en los animales, exposición prolongada a condiciones climáticas adversas y limitaciones en el acceso a agua y alimento durante el transporte.
Paradójicamente, advierte la asociación, estos factores podrían agravar el riesgo sanitario que se busca contener, al generar condiciones propicias para nuevas infestaciones.
La AMEG sostiene que el enfoque actual prioriza el control físico del movimiento por encima de criterios científicos y epidemiológicos.
De acuerdo con el posicionamiento del organismo, la erradicación del gusano barrenador depende principalmente de programas de mosca estéril, vigilancia sanitaria efectiva y atención oportuna de casos, más que de la acumulación de trámites, inspecciones y filtros logísticos que penalizan el movimiento regulado de ganado sano.
El impacto trasciende la operación diaria. La asociación señala que la sobrerregulación ya está provocando desabasto regional, pérdida de competitividad y presiones en costos, con un efecto que comienza a reflejarse en el precio final de la carne.
A este escenario se suma la suspensión parcial de exportaciones a Estados Unidos, que ha generado pérdidas económicas relevantes para el sector, así como la preocupación por un recorte presupuestal federal en sanidad e inocuidad para 2026, pese a la emergencia vigente.
Desde una perspectiva de gestión de riesgos y resiliencia de la cadena de suministro, el organismo plantea que un protocolo de movilización solo puede ser eficaz si ofrece certeza regulatoria, trazabilidad y criterios técnicos homogéneos, evitando sanciones por variables fuera del control operativo de los productores y transportistas.
En este sentido, propone sustituir el esquema actual de sobrerregulación por un modelo basado en cumplimiento verificable y coordinación interinstitucional.
La AMEG considera viable contener y erradicar la plaga sin comprometer el flujo logístico ni el bienestar animal, siempre que se prioricen soluciones técnicas, se armonice la normatividad entre niveles de gobierno y se establezca una mesa permanente de trabajo entre autoridades sanitarias y el sector productivo.
El reto, concluye, no es solo sanitario, sino también logístico: garantizar que las medidas de control no terminen convirtiéndose en un nuevo factor de disrupción para una cadena que resulta crítica para el abasto alimentario del país.













