3 de Noviembre de 2025

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Logística y distribución

Claves para acelerar la electrificación de flotas

Capacitación, infraestructura y planeación definen la transición a vehículos eléctricos para reparto
Víctor Lomelí

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La transición hacia flotas eléctricas se perfila como una prioridad en la agenda logística global sostenible. Sin embargo, el cambio de unidades de combustión por vehículos eléctricos sigue enfrentando barreras que ralentizan su adopción.

El World Economic Forum (WEF) advierte que, sin acciones concretas, las emisiones derivadas del transporte urbano de mercancías podrían aumentar 60% hacia 2030, acompañadas de un incremento de 61% en el número de vehículos de entrega. México no es ajeno a esa tendencia.

El crecimiento del comercio electrónico y de los servicios de última milla ha incrementado la presión sobre las empresas para reducir su impacto ambiental. Pero el camino hacia flotas más limpias exige más que una inversión en nuevos vehículos. Requiere estrategia, conocimiento técnico y una infraestructura capaz de sostener la operación eléctrica.

La brecha entre la meta ambiental y la realidad operativa

A pesar de los avances, México no posee una política integral que impulse la electromovilidad en el transporte de carga. En contraste, es evidente el impulso a sistemas de transporte de pasajeros con energías alternativas, en varias entidades del país. Esto ha dejado a las empresas de reparto inmersas en una carrera que han emprendido por convicción.

De acuerdo con Marianely Patlán, Senior Manager de Zero Emission Freight LATAM en C40 Cities, los desafíos que enfrentan las empresas para electrificar sus operaciones se concentran en tres rubros: la infraestructura de recarga, el financiamiento y la política pública.

Aunque los tres son relevantes, la industria se ha focalizado de forma estratégica en la infraestructura dado que es el factor en el que puede incidir de forma directa.

“Es un sector que va a ir evolucionando en los próximos años y cada vez vamos a tener más oferta tanto vehicular como de estos esquemas de infraestructura de recarga”, comenta a The Logistics World, la representante del organismo que trabaja en esquemas de colaboración con gobiernos y empresas a través deLaneshift, iniciativa internacional para descarbonizar los camiones de carga en los países en desarrollo.

Datos de la Asociación Mexicana de Electromovilidad (EMA) muestran que en el país existen 51,860 estaciones de carga para vehículos eléctricos de los cuales, un 7%, alrededor de 3,600 cargadores, son estaciones de carga públicas.

Empresas y especialistas en la materia aseguran que esta cobertura sigue siendo insuficiente para atender la expansión de las flotas eléctricas, lo que incrementa los costos y la dependencia de cargadores privados.

Conocer el ecosistema de la electromovilidad

La transición hacia vehículos eléctricos exige más que renovar las unidades. Requiere capacitar al personal encargado del proyecto y conocer el entorno técnico en el que operará la flota.

Jaime Bringas García, cofundador y consejero de seguridad vial de la Asociación Mexicana de Administradores de Flotilla de Automóviles (AMAFA), afirma que uno de los principales retos aprender del sistema y conocer del entorno de la electromovilidad: "Al hablar de un vehículo eléctrico hay muchas cuestiones técnicas qué identificar y que aquel que tiene a cargo el proyecto no puede dejar de lado".

El especialista detalla que entre esas cuestiones van desde conocer cómo se integra la red de carga disponible, el tipo de energía requerida y tener conciencia sobre los tiempos de carga: “Hoy es litros (de gasolina y elegir) de la roja o la verde y circular. Con la energía eléctrica cambia y necesitas saber cómo y dónde puedes cargar, qué tipo de carga, lenta, rápida o doméstica”, sostiene.

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De ahí que se vuelve, doblemente crucial, conocer el entorno donde se conectará la flota y analizar la viabilidad de desarrollar la infraestructura in-house. “Al principio se pensaba que con poner un cargador estaba listo. Ahora es saber qué tipo de cargador necesitas, si es inteligente o no. Eso ayuda a saber el impacto, en caso contrario no vas a tener una medición”, señala

Bringas recomienda, ante todo, acercarse a expertos para evitar costosos errores de planeación al momento de desarrollar un centro de carga.

Infraestructura y conocimiento técnico como ejes del cambio

Comprender la infraestructura eléctrica es esencial para dimensionar la inversión. En México y otros países de Latinoamérica dentro de una misma flota puede haber hay diferentes tipos de vehículos eléctricos, lo que conlleva a tener que destinar mayor inversión en estaciones de recarga.

Por ello es crucial que, al diseñar un proyecto de infraestructura de carga, se atienda las características de la totalidad de los vehículos que integran la flota. A partir de la necesidad de la operación es posible determinar, por ejemplo, si requieren cargadores rápidos de 19.2 kW o bien, de un nivel 3.

De acuerdo con información de sitios especializados, los cargadores Nivel 2 forman parte de las opciones populares para carga de vehículos eléctricos.

Nivel 1 (120 V) CA:

La carga más lenta (1kW) funciona con una toma de corriente doméstica estándar. Ideal para cargar durante la noche o para vehículos con baterías de menor capacidad. Generalmente ofrece entre 2 y 5 millas (8 kilómetros) de autonomía por hora de carga. El tiempo para cargar 60kW ronda entre las 40 y las 50 horas.

Nivel 2 (240 V) CA:

Más rápido. La potencia oscila entre 7 kW y 19 kW. Son adecuados para entornos residenciales y comerciales. Para cargar la batería de un vehículo eléctrico requiere de 4 a 10 horas. Es una opción popular para uso doméstico, estaciones de carga en el lugar de trabajo y estaciones de carga pública.

Nivel 3 (400 V CC o más):

Es el más rápido y se encuentra en estaciones de carga públicas. De alta potencia y para una carga rápida. Frecuentemente proporciona hasta 80 millas de autonomía (129 kilómetros) con solo 20 minutos de carga. No suelen instalarse en zonas residenciales debido a sus altos requisitos de potencia. Ofrecen entre 50 kW y 350 kW.

Cargar de forma inteligente para crecer sin sobrecostos

En ocasiones los flotilleros requieren dos mangueras de 19 kW, lo que significa tener un cargador AC casi con 40 kW lo que se traduce en menores inversiones para infraestructura eléctrica.

A la infraestructura física se suma la digital. Patricia Baires, Business Development Manager Latam de SynergEV, señala que el segmento de flotas ha llevado a los proveedores de cargadores a integrar soluciones de software y telemetría que permitan conocer el funcionamiento de las unidades y optimizar el uso de los kilowatts suministrados.

Infraestructura pública para la transición en flotas

Una opción que contribuye a ampliar la transición de flotas con vehículos eléctricos es el desarrollo de sitios de carga abiertos, con lo que además de pueden generar nuevos modelos de negocio. "Ya no hay que tener estos puntos de carga privados que se utilizan a un 20-30%”, mencionó por su parte Daniela Flores, directora de Latnovva E-Mobility.

El crecimiento de este segmento está asociado al reto que existe para el desarrollo de infraestructura de recarga, de acuerdo con Gonzalo Gómez, gerente de Desarrollo de Negocio EV, Huawei Digital Power.

“Los grandes desarrolladores en flota eléctrica han tenido mayores retos porque su capacidad eléctrica ha quedado tocada y el que existan electrolineras enfocadas en flotas permitirá que continúe su crecimiento”, mencionó.

El WEF señala que el uso compartido de microhubs eléctricos y estaciones de carga puede reducir hasta 85% las emisiones del transporte urbano y 11% la congestión si se implementa de forma coordinada.

Las experiencias de ciudades como Shenzhen, en China, o Rotterdam, en los Países Bajos, demuestran que la colaboración entre gobiernos locales, proveedores de energía y operadores logísticos acelera la transición hacia un modelo de movilidad de cero emisiones.

Los efectos colaterales de la electrificación

Más allá de su impacto ambiental, la electrificación de flotas representa una oportunidad económica. “La descarbonización del transporte de carga es una oportunidad para generar buenos empleos verdes, capacitar personal de conducción de vehículos eléctricos, mantenimiento de baterías y de infraestructura de recarga”, afirma Patlán.

Bringas coincide en que los beneficios operativos son tangibles. “Los gastos operativos de una flota eléctrica o una flota tradicional muestran una reducción notoria. Simplemente no hay líquidos ni cambios de aceite, entonces también tu servicio es más ágil”, señala.

Adoptar una flota eléctrica va más allá de cambiar motores; requiere transformar todo el modelo operativo. La electrificación demanda capacitación, planeación y coordinación entre los actores del ecosistema.

México tiene la oportunidad de acelerar este proceso si las empresas planifican con visión y las autoridades fortalecen la infraestructura y la regulación necesarias para sostener la transición.


Víctor Lomelí

Editor Sr. en TLW. Periodista apasionado de las historias de innovación industrial y de logística, el desarrollo de contenido enriquecido con datos reveladores y de crear experiencias que despiertan conexiones de alto valor y nuevas oportunidades de negocio.

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