La descarbonización en la logística del sector consumo va más allá de la electrificación de las flotas de reparto. PepsiCo, Heineken, Coca-Cola FEMSA y 3M son algunas de las empresas y marcas conscientes de que esa transformación implica rediseñar la operación logística, aprovechar la Inteligencia Artificial para optimizar rutas, cambiar la cultura empresarial y construir alianzas que permitan acelerar la infraestructura de carga en el país.
En el camino han aprendido que la adopción de vehículos eléctricos en sus operaciones no solo reduce emisiones, también fortalece su eficiencia, su reputación y su capacidad para seguir operando en un entorno con crecientes desafíos ambientales.
Esto sin considerar que el movimiento hacia la electromovilidad también representa ahorros en costos de mantenimiento y beneficios fiscales que antes parecían lejanos.
Rogelio Arzate, presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT) asegura que muchas empresas, grandes y pequeñas, son conscientes de que el costo total de propiedad de un vehículo eléctrico es menor que el de uno convencional.
Este factor por sí solo representa una ventaja operativa evidente que terminará inclinando la balanza hacia una logística más limpia. Sin embargo, es evidente que hay detalles por afinar con una visión sistémica.
La competitividad como argumento verde
En el caso de PepsiCo en México, la decisión de electrificar sus rutas forma parte de una estrategia de negocio más amplia. La compañía hoy tiene 1,052 unidades eléctricas en circulación y prevé alcanzar 1,500 antes de finalizar 2025. Más allá de los números, el verdadero impacto está en cómo esta transición redefine su operación diaria.
Leonor Quiroz, directora de Reputación Corporativa y Sustentabilidad de PepsiCo Alimentos México, reconoce que el adoptar autos eléctricos no es solo una decisión tecnológica, “es un plan estratégico de competitividad”.
Habla desde una lógica financiera y operativa en la que los costos de mantenimiento se reducen y que las unidades pueden transitar aún en las contingencias ambientales. “Ahí se ve claramente una ventaja competitiva frente a una empresa que no ha migrado a la electromovilidad”, planteó en el reciente Latam Mobility Forum.
Esa visión coincide con la de otras compañías del sector que ya experimentan con modelos híbridos de movilidad. En Coca-Cola FEMSA, el esfuerzo se traduce en una reducción de 27% de sus emisiones directas y una matriz energética con más de 80% de fuentes renovables en la región, de acuerdo con Ricardo Nettel, director de Calidad, Seguridad, Empaque Ambiental y Sostenibilidad de la empresa.
Paulatinamente, la embotelladora más grande del sistema Coca-Cola ha transformado su flota hasta contabilizar más de 1,000 vehículos eléctricos, una decisión que forma parte de una visión integral para mitigar la huella de carbono en la red de distribución.
Las ventajas se vuelven visibles en la eficiencia diaria: menos mantenimiento, menos paradas por contingencias y más control sobre los costos logísticos convierten a la electromovilidad en una herramienta que multiplica la competitividad.
Inteligencia artificial y datos en movimiento
La electrificación no viaja sola. En las grandes operaciones logísticas, los datos y la Inteligencia Artificial se han vuelto tan importantes como la batería que impulsa un camión. En PepsiCo México, el monitoreo de 33,000 viajes mensuales y la optimización de más de 4,000 rutas se apoyan en algoritmos que procesan información en tiempo real.
“Utilizar Inteligencia Artificial para el análisis de datos nos da eficiencias operativas, pero también en materia medioambiental”, afirmó Quiroz al explicar que gracias a una Torre de Control de Flota es posible hacer la lectura de los datos con Inteligencia Artificial.
Además de la eficiencia, este modelo permite tener en tiempo real, la capacidad de masificar la información a otras áreas que no necesariamente tienen que ver con la operación de la flota como las de Compras o Comercialización, por ejemplo; para tener entregas mucho más holísticas.
Coca-Cola FEMSA aplica una lógica similar. Gracias a un ruteo dinámico optimiza cada kilómetro recorrido que aplica para los vehículos eléctricos y convencionales que estén en la ruta. Para la empresa, la combinación de IA y electromovilidad genera un doble beneficio: menos consumo energético y una planeación más predecible.
La infraestructura que falta y la colaboración que urge
Aunque las grandes corporaciones avanzan en la descarbonización de las operaciones logísticas, la falta de una red de infraestructura de carga amenaza con frenar el ritmo. Rogelio Arzate, de ANPACT, ejemplifica la situación: en el país solo existe una electrolinera especializada para vehículos pesados, ubicada en Sonora.
El dato refleja la distancia entre la ambición y la capacidad técnica para sostener una flota eléctrica a escala nacional. En el sector de bebidas, la situación se traduce en limitaciones concretas. “En ocasiones estamos restringidos de espacio o de capacidad eléctrica”, comenta Samantha Cantú, líder de Sustentabilidad en Heineken.
La solución, dice, está en crear centros de recarga públicos en puntos estratégicos que puedan ser compartidos por distintas empresas. “Ahí entra la colaboración; organismos que puedan orquestar esta parte y cubrir la necesidad de varias organizaciones a la vez”.
Esa visión compartida también alcanza a los proveedores de tecnología. Para Julio Muñoz, director regional de Transporte y Electrónica en 3M, la descarbonización solo será viable si se aborda con una visión de ecosistema.
Se necesita colaboración, incentivos fiscales e infraestructura vial. “Los vehículos cada vez son más inteligentes, pero deben saber leer la infraestructura que los rodea”, explica. Su mensaje subraya una realidad inevitable: la electromovilidad requiere tanto coordinación pública como privada para sostener su propio crecimiento.
Un cambio de mentalidad en movimiento
Pero hay un punto ciego en el camino a la electromovilidad de flotas: la cultura operativa de las empresas. En Heineken, el cambio ha llegado hasta el último eslabón de la cadena: los conductores. “Hoy el chofer no solo maneja y entrega el producto, también es responsable de que la carga llegue segura y eficiente”, dice Cantú.
La adopción de unidades eléctricas implica reorganizar tiempos de carga, rediseñar turnos y capacitar al personal en nuevas rutinas. No se trata de reemplazar flotas, dijo, sino de transformar la manera en la que se trabaja.
PepsiCo ha respondido con una estrategia interna que combina tecnología y formación. Su academia de operadores busca integrar a más mujeres y enseñar las diferencias de operación de los vehículos eléctricos.
“Intentamos enseñarles por qué estos vehículos son mejores que otros, las diferencias y poder integrar a más mujeres dentro de nuestra academia de personas operadoras. Los vehículos eléctricos hacen que sea mucho más sencillo”, expuso.
Colaborar para avanzar más rápido
Las metas que se plantean las compañías van más allá de sus propias plantas y centros de distribución. Alcanzar la neutralidad de carbono en los próximos 20 años exige trabajar junto a socios, proveedores y autoridades.
“El alcance tres, que incluye toda la cadena de suministro, requiere colaboración entre todos los actores”, advierte Julio Muñoz de 3M. Su reflexión resume un consenso: la transición energética no puede sostenerse empresa por empresa, sino industria por industria.
“Los desafíos se tienen que abordar con visión de ecosistema colaborativo en el que incluyamos el cómo adoptamos estas nuevas tecnologías y qué incentivos fiscales hay en el mercado para que la adopción sea más rápida. Tiene que ser objetivo de todos el descarbonizar, incluyendo al sector público y el sector privado”, expuso.